Confianza más allá de la amistad: el Memorando de Entendimiento sobre Gobernanza Climática entre Taiwán y Paraguay
Fecha de publicación: Fri, 17 Oct 2025 05:04:00 GMT
Cuando Taiwán y Paraguay firmaron un memorando de entendimiento (MOU) sobre gobernanza climática bajo el Acuerdo de París en septiembre, marcó un hito histórico. Este es el primer acuerdo climático bilateral de este tipo para Taiwán, estableciendo un mecanismo concreto para que la isla participe significativamente en la gobernanza climática global a pesar de su exclusión del sistema de las Naciones Unidas. Más allá del simbolismo de la amistad diplomática, el MOU demuestra cómo Taiwán aprovecha la ley, la transparencia y la gobernanza ética para construir credibilidad, incluso bajo restricciones estructurales.
La participación de Taiwán en los regímenes ambientales internacionales ha estado limitada por la geopolítica durante mucho tiempo. Aunque los científicos, organizaciones de la sociedad civil y actores del sector privado taiwaneses han contribuido a los esfuerzos globales de sostenibilidad, el reconocimiento oficial sigue siendo limitado. El MOU entre Paraguay y Taiwán representa una adaptación creativa a estas limitaciones. Establece cooperación en reducción de carbono, energía renovable y adaptación al clima mientras señala el compromiso normativo de Taiwán con una gobernanza global responsable.
Paraguay, uno de los pocos aliados diplomáticos duraderos de Taiwán, gana un socio que comparte valores democráticos y un compromiso con la acción climática. Juntos, las dos naciones están explorando un modelo de “participación transnacional”, mostrando que incluso los estados que operan al margen de instituciones formales pueden ejercer influencia y lograr resultados significativos.
El acuerdo ilustra una forma sutil pero significativa de poder blando: demostrando la credibilidad, confiabilidad y liderazgo de Taiwán a través de acciones cooperativas en lugar de reconocimiento formal.
Aunque no vinculante, el MOU tiene autoridad moral y política. Taiwán y Paraguay se comprometen a proyectos colaborativos que involucran recursos públicos, experiencia técnica y coordinación de políticas. El acuerdo ilustra que la confianza y la legitimidad pueden generarse mediante la integridad procesal: objetivos claros, mecanismos de revisión conjunta y rendición de cuentas públicas refuerzan el peso normativo de la asociación, elevando estos compromisos por encima del nivel de simples gestos diplomáticos.
Por lo tanto, el MOU demuestra que la credibilidad en la gobernanza internacional puede construirse a través de la adhesión consistente a normas, transparencia y estándares éticos, incluso cuando faltan mecanismos formales de cumplimiento.
La gobernanza climática es inherentemente ética además de técnica. Las iniciativas que involucran créditos de carbono, energía renovable o gestión del uso de la tierra pueden producir profundos impactos sociales y ambientales. En Paraguay, donde la agricultura y la energía hidroeléctrica dominan, los proyectos podrían afectar a comunidades locales y poblaciones indígenas. Las perspectivas filosóficas sobre la justicia distributiva subrayan la necesidad de asegurar que las comunidades vulnerables tengan una voz significativa en la toma de decisiones.
El enfoque de Taiwán señala un compromiso más amplio con la justicia climática. Al enfatizar la inclusividad, la equidad procesal y la distribución equitativa de beneficios y cargas, Taiwán se posiciona como un actor responsable que defiende principios ambientales y de derechos humanos. Este enfoque se alinea con teorías éticas de responsabilidad en la gobernanza global: demuestra que la legitimidad moral complementa la autoridad legal, particularmente en contextos donde el reconocimiento formal está limitado.
Históricamente, los estados pequeños o diplomáticamente limitados han dependido de instrumentos de derecho suave y liderazgo normativo para participar en la gobernanza global. El MOU entre Paraguay y Taiwán continúa esta tradición. A diferencia de los tratados tradicionales estrictos, los acuerdos de derecho suave permiten flexibilidad mientras promueven normas consistentes. Paralelos históricos incluyen los primeros acuerdos climáticos negociados fuera del marco de la ONU por estados emergentes u otros actores, que gradualmente construyeron redes transnacionales de confianza y práctica. La iniciativa de Taiwán ilustra cómo la historia puede informar estrategias contemporáneas: aprendiendo de experiencias previas, la isla demuestra que incluso los actores políticamente limitados pueden moldear resultados de gobernanza adheriéndose a normas éticas, legales y procesales.
La estrategia de Taiwán se alinea con tendencias globales en cooperación climática bilateral mientras permanece distinta. El Mecanismo de Crédito Conjunto de Japón establece asociaciones técnicas con países en desarrollo para la reducción de emisiones y la transferencia de tecnología. De manera similar, los programas de gemelaje de la Unión Europea fortalecen la gobernanza y la implementación de políticas en estados socios.
China, por el contrario, ha aprovechado su influencia económica y diplomática para establecer grandes asociaciones bilaterales climáticas y energéticas en Asia, África y América Latina. A través de iniciativas como el Plan de Acción de Desarrollo Verde de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, China se enfoca en financiar proyectos de infraestructura con energía renovable, monitoreo de emisiones y medidas de mitigación de carbono. Su enfoque está altamente impulsado por el estado, combinando a menudo inversión, transferencia de tecnología y coordinación de políticas con objetivos geopolíticos estratégicos, como el acuerdo de cambio climático entre China y Brasil.
Otros países asiáticos demuestran una variedad de enfoques diferentes. Corea del Sur, por ejemplo, ha implementado asociaciones bilaterales y trilaterales enfocadas en la transferencia de tecnología de baja emisión de carbono y el fortalecimiento de capacidades con estados del sudeste asiático. En octubre de 2022, Singapur y Australia firmaron el Acuerdo de Economía Verde, el primero de su tipo en el mundo, con el objetivo de mejorar la cooperación bilateral en bienes y servicios ambientales, descarbonizar sectores industriales clave y promover finanzas verdes y de transición.
Donde Taiwán difiere es en su uso creativo de instrumentos de derecho suave para compensar las limitaciones diplomáticas. Sin poder formal de hacer tratados ni influencia institucional, Taiwán enfatiza la equidad procesal, la transparencia y la credibilidad normativa para construir confianza. Este enfoque ilustra que incluso los estados que operan al margen del derecho internacional formal pueden establecer asociaciones creíbles y éticamente fundamentadas. Ofrece un modelo para otros estados pequeños y medianos que buscan participar constructivamente en la gobernanza global.
El MOU entre Paraguay y Taiwán proporciona un plan para futuras diplomacias climáticas bilaterales. Al incorporar transparencia, rendición de cuentas y compromiso ético en los acuerdos, Taiwán puede establecer marcos replicables para otros socios en la región Asia-Pacífico y más allá. Los futuros MOUs podrían incluir objetivos claros, mecanismos de monitoreo y verificación, y procesos de consulta estructurados con partes interesadas locales.
Tales instrumentos de “derecho suave”, aunque no vinculantes, pueden acumular autoridad normativa con el tiempo. Una red de acuerdos consistentes y guiados por valores permitiría a Taiwán demostrar liderazgo, influir en estándares de políticas y construir credibilidad internacional incluso en ausencia de reconocimiento formal de la ONU. Cada nueva asociación refuerza el mensaje de que Taiwán es un actor confiable, responsable e innovador en la gobernanza climática.
El MOU entre Paraguay y Taiwán también invita a reflexionar sobre los fundamentos filosóficos del derecho internacional y la gobernanza. Los positivistas jurídicos enfatizan el reconocimiento formal y las reglas codificadas, mientras que la ley natural y la ética jurisprudencial destacan la legitimidad, la obligación moral y el compromiso razonado como fuentes esenciales de autoridad. El enfoque de Taiwán encarna esta interacción: la ley funciona como un instrumento normativo, la ética proporciona orientación para resultados equitativos y la integridad procesal asegura credibilidad. En términos prácticos, estos elementos permiten a Taiwán operar como un actor que establece normas, demostrando que la legitimidad de un acuerdo es tan importante como su aplicabilidad.
La amistad puede abrir la puerta, pero la confianza, la integridad legal y la gobernanza ética permiten que la cooperación perdure. El MOU entre Paraguay y Taiwán ejemplifica cómo los estados pequeños o diplomáticamente limitados pueden navegar eficazmente los desafíos ambientales globales. Su éxito dependerá del seguimiento concreto, el monitoreo riguroso y el compromiso sostenido con las comunidades locales.
A medida que el cambio climático se acelera, el mundo cada vez busca socios capaces de acción y rendición de cuentas. El enfoque de Taiwán, basado en la ley, la transparencia procesal y la responsabilidad ética, ofrece una hoja de ruta para un compromiso constructivo, demostrando que las limitaciones geopolíticas no tienen por qué impedir contribuciones significativas a la gobernanza global. Al convertir este acuerdo en un modelo para futuras iniciativas climáticas bilaterales, Taiwán puede mejorar su reputación internacional y fortalecer los cimientos normativos y prácticos para la cooperación climática mundial.
Nota originada según la Fuente: The Diplomat – Leer artículo original (la transcripción es un espejo de la fuente citada)
🎯 La Opinión de El Genio Inversor 👇
El Memorando de Entendimiento entre Taiwán y Paraguay sobre gobernanza climática, firmado en septiembre de 2025, representa un avance significativo en la cooperación bilateral bajo el marco del Acuerdo de París. Aunque no es jurídicamente vinculante, este tipo de acuerdo de “derecho suave” fortalece la participación de Taiwán en la gobernanza climática global pese a sus limitaciones diplomáticas, estableciendo un modelo innovador basado en transparencia, rendición de cuentas y justicia climática. La colaboración se enfoca en reducción de emisiones, energía renovable y adaptación al cambio climático, áreas estratégicas para ambos países.
Lo más destacable es el énfasis en la equidad procesal y la inclusión de comunidades vulnerables, especialmente relevantes en el contexto paraguayo, donde proyectos energéticos y agrícolas impactan directamente a poblaciones indígenas. Este enfoque ético y normativo posiciona a Taiwán como un actor confiable en mercados de carbono voluntarios y cooperación bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París, allanando el camino para futuros acuerdos bilaterales con otros socios en Asia-Pacífico y América Latina.
¿Podría este modelo de cooperación basado en credibilidad ética y gobernanza transparente inspirar nuevas alianzas climáticas más allá de las fronteras diplomáticas tradicionales?
💡 La opinión de El Genio Inversor es una opinión libre de intereses particulares o privados y debe ser tomada como tal.



